Florecer: el arte de educar (The Objective)
- 21/03/2023
- Actualidad, En Español
- Carlos Granados
El pasado 21 de marzo se publicó un artículo en el medio “The Objective”, sobre la reciente publicación del libro “Florecer” de Daniel Capó y el P. Carlos Granados. Dejamos el enlace de la noticia a continuación: leer en theobjective.com.
“Florecer: el arte de educar”.
En ‘Florecer’, Daniel Capó y Carlos Granados reflexionan a propósito del ‘florecimiento’ personal en el seno de la familia y en el ámbito educativo.
«Al fin, un rayo de luz ha penetrado en mi espíritu», escribía Darwin en 1844. Tal vez por influencia de los filósofos de la antigüedad, es normal que interpretemos la sabiduría como esta progresiva iluminación. No es una simple metáfora. Dibuja también los márgenes de eso que llamamos cultura. «Y la cultura», añade Octavio Paz, «comienza con un ‘no’ a muchos instintos, impulsos y pasiones que son naturales».
Aunque algunos así lo crean, los saberes clásicos no son piezas de museo, como esas estatuillas de bronce que se exhiben sobre una rueda de alfarero, bajo una luz fluorescente. Hoy en día, a quien ama las letras y las ciencias aún se le nota para bien. Exactamente en la misma medida que una mente ordenada presupone rasgos como la sensibilidad, el buen gusto o la sensatez. Por lo demás, cualquiera de estos méritos suele venir precedido por un prólogo que escribieron con sacrificio nuestros padres y maestros. Ya se sabe: de tal palo, tal astilla.
En todo caso, esa herencia es flexible como un junco. Las primeras ilusiones se satisfacen gracias al apoyo familiar, pero también aprendemos de lejanos predecesores. Nos inclinamos sobre el pozo de la historia y, desde las profundidades, héroes, sabios y artistas nos devuelven la mirada. Y es más, recibimos su mensaje exactamente igual que si aún estuvieran vivos. Los niños, recién abiertos a la vida, comprenden muy pronto ese misterio, sobre todo cuando leen por la noche, con la cabeza semioculta por las sábanas.
Decía el filósofo y teólogo Nicolás Malebranche que «el hombre no es luz de sí mismo». Siempre hay alguien que le guía. Daniel Capó deja constancia de ello en Florecer, un libro sensible e inspirador, que debe leerse despacio, porque habla de cuestiones tan serias como crecer, soñar, amar y aprender.
Florecer se enriquece con la doble autoría de Capó y del sacerdote Carlos Granados. A lo largo de sus páginas, ambos definen el proyecto necesario para ir en busca de la plenitud humana, tanto en el hogar como en el aula. Ni que decir tiene que este es un viaje que enriquece por igual a padres e hijos, y también a maestros y alumnos. Con un acercamiento que alterna la memoria literaria -en la parte escrita por Capó- y el ensayo pedagógico -en las páginas que son obra de Granados-, Florecer se nos ofrece como un texto cargado de significados. Entrañable, en el sentido más hondo de la expresión.
Descendiendo a lo práctico, la obra plantea qué virtudes y hábitos trabajar en la escuela y en la familia para alcanzar dicho florecimiento. Y estos van desde la lectura y el encuentro con la belleza hasta la renuncia a lo pequeño en la búsqueda de lo grande.
A uno, que también conoce la paternidad, le conmueven especialmente las reflexiones sobre los cuentos y libros que Capó lee a sus hijos. «Perseguir la gloria consiste en aspirar a la vida grande, cuando esta se hace presente en tu camino», escribe. «Perseguir la gloria presupone la gramática del amor, precisamente porque sabemos que esta gloria no es para uno mismo sino para los demás». Y añade: «Me gustaría que mis dos hijos siguieran pensando -y actuando- dentro de ese marco cuando sean adultos y que -como Eneas, el piadoso, que cargó en sus hombros a su padre Anquises al huir de la destrucción de Troya- no dieran la espalda al pasado, a la vez que supieran avanzar con confianza hacia el futuro».
Pregunto a Daniel Capó por su asociación literaria con el coautor de Florecer. «El libro», responde a THE OBJECTIVE, «nació a raíz de una propuesta de Carlos Granados, editor, profesor y director de un colegio en Madrid, que lleva años trabajando en lo que los anglosajones denominan el human flourishing aplicado a la educación, y que consiste en recuperar el viejo concepto de la vida lograda, la vida buena, tan ligado a las virtudes, como objetivo último del hombre y, por tanto, también de la pedagogía. El doble abordaje que señalas nos permitió enfocar el libro desde la experiencia particular de cada uno -más académica la suya, más literaria y memorialística la mía-, con una gran coincidencia de fondo que yo resumiría utilizando una cita de Jean-Baptiste Porion: ‘Es preciso saber creer y amar’. Es decir, hay que aprender a confiar y a amar».